Lo maravilloso de la vida by Carlos Hernández

autor:Carlos Hernández
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Drama
publicado: 2014-09-19T22:00:00+00:00

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13 de Abril de 2013.

Mi sueño fue profundo. En aquella visión no busco más que una oportunidad, una razón de ser y de vivir. Sin sentirme culpable. Tratando de encontrar una solución a todos mis problemas, buscando en lo más profundo. Mi sueño, ya no era el mismo que me atormentaba como siempre del cual tuve la confianza de decirle a mi psiquiatra. En el veo, una luz y en esa encuentro a mi familia, juntos, tratando de ayudarme en un reto inalcanzable llamado vida.

Una alucinación.

Nada en especial.

Y entonces, despierto. Salgo de la cama y es mediodía, me siento menos cansado que el día de ayer pero con la misma cantidad de sueño. Checaba por la casa y la puerta estaba abierta. Salí y el día estaba nublado como si quisiera llover, unas grandes nubes grises adornaban el medio día solamente un pequeño rayo de luz sobresalía de una pequeña nube gris. El patio parecía más verde que de costumbre pero había algo, en frente de la casa se encontraba un gran anafre de color negro. Hasta atrás, se encontraba mi mamá que estaba lavando ropa.

—Buenos días, mamá—

—Buenos días. ¿Amaneciste bien?—

—Si, estoy bien. Pero me siento igual de cansado.—

—Tomate tu pastilla y que te den de comer—

—¿Sabes algo?—

—¿Qué?—

—Note que hay un anafre afuera de la casa—

—Si, vamos a hacer una carne asada—

—Pues me espero para eso, ¿en cuanto tiempo va a hacer?—

—Como en unas horas, va a venir Aranza con sus hijos y deja termino de lavar la ropa.—

—Me parece bien—

Subí a mi cuarto. De nuevo. Acomode mi cama y encendí el televisor, lo deje en el canal de la programación buscando un programa que ver.

De ciento cuatro canales, nada interesante que ver. Solo el noticiero amarillista del trece y lo que le seguía era el maldito programa de cuentos populares de terror de “lo que la gente cuenta” (para mi era lo que se cree la gente ingenua o lo que la gente estúpida cuenta), el canal de (algo) 40 con un tipo que ni siquiera sabe de lo que habla o la repetición del repugnante e indignante programa sabatino de la mañana de cinco conductores haciendo ridiculeces ante millones de mexicanos lavándoles el cerebro (que resulta ser el deleite de mi hermana y mi mamá), el repulsivo programa amarillo de una familia disfuncional o el asqueroso programa animado de parodias.

Literalmente, había pura basura en televisión.

No sabía que ver cuando decidí apagar el televisor y echar una siesta. Recosté mi cabeza en la pequeña almohada blanca que se encontraba encima de otra almohada más grande con funda de rayas y cuadritos color café y ambas reposaban cómodamente en una cama con barandales negros y una gran variedad de borlillas de color dorado, que antes había sido la parte de hasta arriba de una litera para dos hermanos varones. Al otro lado del cuarto, se encontraba la parte baja de dicha litera y en ella duerme mi hermano Julián todos los días.

Dormía en intervalos de treinta minutos, haciendo dos cosas

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